El fin de Girls deja un espacio vacío en la TV y en mi rutina

Terminó Girls, una serie producida por HBO dedicada a mujeres y hombres. Inició en el año 2012, en Brooklyn, Nueva York, donde nos encontramos con cuatro amigas, todas muy diferentes y con problemáticas similares.

Se fue Girls. Lena Dunham interpretaba a Hanna Horvath, así como dirigió algunos capítulos, y también los escribió. Ella fue la responsable de crear a Marnie Michaels, Jessa Johansson y Shoshanna Shapiro. Lena logró hacer a esos personajes tan reales que a veces sentía que podía conocerlas.

Hoy amanecí con la resaca típica de no tener la compañía de una de mis series favoritas todos los domingos en la noche, pero esta vez se siente un diferente pues veo a lo lejos un pequeño aprendizaje. Muchas veces me prometí dejar de ver este show porque se metía en mi piel, haciéndome sentir incómoda, pero nunca logré desprenderme del todo. Así fue como Girls se convirtió en un personaje más de mi vida con el cual no sabía exactamente cómo lidiar, como si fuese un incómodo pretendiente con el que tenía una situación extraña, o una amiga que no siempre actuaba bien, pero que al final de los días estaba ahí.

Dunham logró tocar temáticas reales de algunos problemas de una generación que no se identificaba con los personajes perfectos, de vidas perfectas, de series que competían con esta.  Las enfermedades de transmisión sexual, las parejas abusivas, las amistades que no siempre merecen ser llamadas así, los efectos del alcohol y las drogas en personas queridas, resumen de forma muy breve el tema de algunos de los episodios que siempre terminan en una reflexión sobre la adultez.

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Es así como conseguí  cuatro razones por las que no podré olvidar el show que me acompañó desde que tenía 15 años:

 

-La aceptación de los diferentes patrones de belleza: Cada personaje se ve muy diferente al otro. Aunque recibieron duras críticas por no incluir personajes de color a lo largo de las temporadas, a menos que fuesen pequeños papeles, triunfaron en mostrar a la mujer tal y cómo es, sin cambios estéticos y sin mucha parafernalia. La desnudez fue tratada con extrema naturalidad, evitando sexualizar la misma. Por primera vez, sentí poca presión al ver en la pantalla a unas muchachas que aunque no eran extremadamente delgadas pero que igual lucían preciosas.

 

-El regreso de Charlie: Charlie abandona la serie en las temporadas más tempranas de la misma. Admito que estaba realmente encariñada con este personaje pues resultaba ser el más dulce de todos. La forma en la que Christopher Abbott deja de participar resulta abrupta, y para mi sorpresa y la de todos los espectadores, lo traen otra vez en la quinta temporada. En ese momento nos encontramos con un Charlie desmejorado que automáticamente rompió nuestros corazones y que además, logra incomodarnos profundamente.  Admito que siempre me sorprenderá la capacidad que tenían estos guionistas de crear situaciones que fuesen tan reales que simplemente no podías dejar pasarlas al apagar la TV. El poder del mensaje que deja la aparición de Charlie con respecto a los abusos del alcohol y las drogas se mete en nuestras cabezas, marcando un antes y un después en la historia.

 

-El vestuario y maquillaje: Temporada tras temporada lograron reinventar los peinados, el maquillaje y el vestuario de las chicas. Estilismos imperfectos pero increíbles,  que admito constantemente inspiraban mis propios looks, llenaban la pantalla domingo tras domingo, pero más allá de eso, sentía que realmente se acoplaban al estilo de cada una, siendo creíble el trabajo de las vestuaristas.

 

-El viaje hacia la adultez vista desde diferentes ojos: Shosh en Japón, Marnie sobreviviendo a un matrimonio fracasado y a un divorcio imposible, hablar explícitamente de lo difícil que parece la maternidad y el miedo que produce, fueron algunas de las situaciones que me hicieron sentir que no estaba sola en un proceso tan extraño como este, aunque evidentemente mi vida sea menos interesante.

Por eso,  siempre estaré agradecida con Girls, una serie que acompañó a mi generación. Una generación que cada vez habla más de lo que siente, y que a diferencia de la de nuestras madres, o la de nuestras abuelas, quiere hablar de los problemas que nos atacan.

por Daniela Rojas Castillo