Actualmente, hay cientos de métodos y productos para el cuidado del cutis. Está el producto que lo hace todo y los hasta veinte pasos de la limpieza coreana. Está la técnica milenaria redescubierta en algún lugar remoto y el último avance científico recién salido del laboratorio. Lo leemos todo, lo compramos. Y, con mucha frecuencia, terminamos por no usar nada. Compartimos tu agobio, por eso te presentamos una rutina para una limpieza facial profunda fácil de seguir. Comenzamos con un limpiador facial y terminamos con un aceite, para una rutina que nunca falla.
Primer paso: gel limpiador facial
Si hay un denominador común en la mayoría de las rutinas de limpieza facial más populares, ese es el limpiador facial. Eliminar de la piel las células muertas, el maquillaje y los contaminantes es esencial. Hay miles de productos en el mercado para este paso, pero a nosotras nos parece muy atractivo el gel limpiador facial de Mi Rebotica.
Se trata de un producto muy práctico, pues además de limpiar la piel en profundidad, elimina el maquillaje. Todo esto sin resecar la piel, lo que lo hace adecuado incluso para las pieles más sensibles. Nos gustan mucho sus ingredientes, especialmente la niacinamida, del que somos muy fans porque trata muchos problemas de la piel. También contiene ceramidas de avena, que calman la piel irritada.
¿Has probado limpiarte con una muselina? Este tejido ejerce una suave acción exfoliante que potencia la acción del limpiador. La muselina de Mi Rebotica está hecha de bambú, un material sostenible que tiene propiedades antibacterianas.
Segundo paso: agua micelar
El agua micelar contiene «micelas», unas pequeñas burbujas que atraen, atrapan y disuelven la suciedad, el aceite y el maquillaje. Todo esto queda en el algodón o una toalla limpiadora con la que aplicamos el producto, que no es necesario aclarar.