Aquí estoy sentada en un tren rumbo a Nueva York. Desde pequeña he sentido fascinación por esta ciudad, su arquitectura, su energía, la gente siempre corriendo de un lado a otro con prisa y claro, la diversidad en la que te sumerges cuando caminas por sus calles. Esta vez llegaré a Grand Central Station y no saldré de la estación. Caminaré por sus pasillos, salas y conoceré su historia, descubriré sus secretos y sin duda disfrutaré de su gastronomía.
¿Sabías que?
Algo de Historia
Primero lo primero, su nombre es: Grand Central Terminal, y no Grand Central Station Aunque todo el mundo la llama como la segunda.
No es la ”original”
Durante décadas, los neoyorquinos se habían quejado por el hollín y la contaminación producida por las locomotoras de vapor que cruzaban la ciudad. Pero tuvo que ocurrir un terrible accidente para que se hiciera un cambio considerable.
El 8 de enero de 1902, un tren de pasajeros que viajan desde los suburbios del condado de Westchester chocó contra otro tren matando a 15 pasajeros. Cuando una investigación reveló que la razón del accidente había sido que el humo había cegado a su conductor, enseguida se anunciaron planes para prohibir las máquinas de vapor. Al sentir el cambio de los vientos políticos, la familia Vanderbilt decidió construir una nueva estación que utilizará electricidad y transformara Manhattan. Cuando la nueva estación quedó completamente bajo tierra, subió el valor de las calles situadas directamente arriba de la estación, y el auge de negocios resultó en el ajetreado y popular centro económico de Manhattan que conocemos hoy.
Estuvo en “la mira” de Hitler
Un cuarto oculto conocido como M42 no aparece en un solo mapa o plano de la estación. De hecho, su existencia sólo se ha reconocido a finales de 1980 y su ubicación exacta todavía se clasifica como información secreta. M42 se convirtió en blanco de Hitler después de que alguien que solía trabajar en la terminal informó a los nazis sobre los convertidores de potencia que estaban allí, ya que esta corriente eléctrica proporcionaba electricidad a los ferrocarriles de los para el transporte de equipos y tropas a través el noreste de Estados Unidos.
La mitología griega… y la arrogancia francesa
La estatua titulada, ”Transporte”, situada en la fachada de la estación fue diseñada por el escultor francés Jules-Félix Coutan.
La figura triunfante de pie en su centro es el dios romano Mercurio (los griegos le llamaron Hermes), el veloz mensajero de los dioses, que aquí simboliza la velocidad de las locomotoras y el rápido crecimiento del comercio de Manhattan.
Mercurio no está solo, lo acompaña la diosa Minerva (que representa la sabiduría, el pensamiento y la planificación de la estación) el poderoso héroe Hércules a la izquierda (que representa la fuerza y la perseverancia de los hombres que la construyeron) y un águila, que representa los Estados Unidos. Pueden creer que el escultor se negó a venir a los Estados Unidos para supervisar la culminación de su proyecto porque temía que la arquitectura [estadounidense] le causaría angustia ¡Mon Dieu!
Grand Central Station Unos de sus secretos… (shhhh)
Un pasaje ¡Secreto!
Es probable que muchos viajeros hayan deseado tomar un atajo que les acortará su destino sin la molestia de las multitudes. Pues resulta que el presidente Franklin D. Roosevelt utilizó una línea de ferrocarril secreta, se llamaba “Pista 61”. Esta pista proporcionaba una conexión subterránea entre la estación y el hotel Waldorf-Astoria. Hubo incluso un ascensor al final de la pista del Waldorf, lo suficientemente grande como para la limosina del presidente -lo que permitió FDR viajar desde y hacia Nueva York en secreto- muy útil para misiones clandestinas.
¿Una escalera dónde?
La cabina de información en el centro de la sala principal es foco de curiosidad, dicen que tiene una puerta “secreta” (aunque ahora no es tan secreta, tiene una referencia hasta en Wikipedia) Esta puerta “secreta” conduce a una escalera ”secreta” que conduce a un puesto de información “secreto” de nivel inferior.
Un gran “Oops”
Una de las características más llamativas del terminal es el mural astronómico en el techo del vestíbulo principal. En este mural se muestra la constelación de estrellas en el cielo Mediterráneo que deben ser visibles desde octubre hasta marzo y cuenta con alrededor de 2.500 estrellas. No menos de 50 pintores trabajaron en el mural, tratando de asegurarse de que no hubiera variación en el tono de color.
También experimentaron de encontrar el matiz apropiado de azul del Mediterráneo. A pesar de su esplendor, el mural no es perfecto. Las estrellas están ligeramente desplazados, y el cielo es de hecho a la inversa. En el mismo año que se abrió el terminal, un astrónomo aficionado que iba de camino a su tren se dio cuenta del error. Los funcionarios trataron de explicar que el dibujo representaba la visión de Dios. Sin embargo, lo que parece más probable es que se trata de un error.
Un par de sorpresas en la Grand Central Station
La galería de los susurros
Está situada a la salida del Oyster Bar, entre dos rampas que conducen al nivel inferior. Es una bóveda catalana de 4 esquinas. Fue diseñada por el arquitecto valenciano Rafael Guastavino. Se le llama la galería de los susurros porque si dos personas se colocan cada una en extremos opuestos y se hablan a un volumen normal, se pueden escuchar perfectamente a pesar de que están a unos 10 metros de distancia y funciona hasta mirando hacia la pared! ¿No es ésto super divertido? Al parecer nuestro querido Rafael no se dio cuenta de lo que habían logrado acústicamente.
¿Que tal un partido de tenis?
Un pequeño espacio conocido como el Annex, alberga una cancha de tenis que es accesible al público (siempre y cuando puedas hacer una reservación). Originalmente instalado por un inmigrante húngaro Geza A. Gazdag en la década de los 1960. En 1984, nada menos que Donald Trump alquiló el espacio y abrió un gimnasio. Trump renovó el espacio, convirtiendo su tercer piso en una cancha de tenis “súper exclusiva” para los ricos y famosos, como John Mcenroe, las hermanas Williams y demás estrellas de cine o celebridades.
La rica y variada gastronomía
Cada día, miles de personas pasan por Grand Central Station; algunos están corriendo para coger el tren y otros simplemente para admirar su grandeza. Otros están allí para comer, ya que el terminal cuenta con decenas de restaurantes, quioscos, puestos y tiendas donde se puede adquirir desde un filete de 40 oz a una cesta de tomates o ¿por qué no? un capuccino espumoso. Mis favoritos:
Grand Central Oyster Bar: Aquí me decidí a comer pues es el negocio más antiguo de Grand Central. Abrió sus puertas el mismo año que el propio terminal en 1913 ¡Se venden hasta 30 variedades de ostras cada día! También es famoso por la crema de almejas típica de estas tierras (New England Clam Chowder) Hoy no quise arriesgarme con las ostras, así que me fui por el sepia a la parrilla con aceite de limón y jengibre. Mi disfrute del plato fue tan evidente que mi bartender buscó al chef para que yo misma le diera mis felicitaciones.
Otros de mis favoritos son Cipriani Dolci y un poco más casual Frankies Dogs on the Go.
Mi día terminó en el tren camino a mi casa en Connecticut. Fue increíble aprender TANTAS cosas, ver tanta gente, en tan poco tiempo y en un solo lugar ¿Y saben que? ¡Hay mucho mas de Grand Central Station!