Bugonia QMode 2025

Bugonia, un espacio para pensar en la era de las conspiraciones y la desinformación.

Festival de Sitges 2025

Bugonia confirma que Yorgos Lanthimos sigue siendo uno de los cineastas más provocadores del panorama actual. La película, protagonizada por Emma Stone y Jesse Plemons, combina sátira corporativa, thriller psicológico y alegoría ecológica en un relato que perturba tanto como fascina.

La historia parte de un secuestro: Michelle Fuller (Stone), una ejecutiva de una poderosa compañía de pesticidas, es raptada por dos primos convencidos de que ella no es humana. Desde esa premisa, Lanthimos despliega un juego de espejos donde la víctima y el victimario intercambian papeles, y donde la verdad resulta siempre esquiva. No hay certezas morales; solo tensiones y ambigüedades.

Emma Stone ofrece una de sus interpretaciones más complejas: domina la pantalla con frialdad, humor y vulnerabilidad, construyendo un personaje que muta constantemente entre la tiranía y la fragilidad. Plemons, por su parte, aporta un magnetismo inquietante; su fanatismo se vuelve casi comprensible, lo que hace que el espectador dude de su propia empatía. Esa oscilación emocional es, precisamente, uno de los grandes logros del filme.

Visualmente, Bugonia es un festín. Con fotografía de Robbie Ryan y diseño de producción de James Price, el universo del film equilibra la simetría quirúrgica típica del director con una paleta más cálida y texturas orgánicas que refuerzan la tensión entre lo artificial y lo natural. El título remite a un antiguo mito griego según el cual de la carne muerta nacían abejas: una metáfora perfecta para esta historia sobre destrucción y regeneración, sobre la vida que surge del colapso.

Bugonia no ofrece respuestas, más bien abre un espacio para pensar en la era de las conspiraciones, la desinformación y la catástrofe medioambiental. Lanthimos propone una idea, la paranoia como una forma de resistencia, que convierte a lo absurdo en una lente bastante lúcida, que nos mira.

Bugonia brilla por su valentía temática. Es un filme que incomoda, sí, pero también que seduce, atrapando al espectador entre la risa nerviosa y la inquietud moral. En el Festival de Sitges, su paso no dejó indiferente: confirmó que Lanthimos sigue dispuesto a explorar los límites del cine como un territorio donde la belleza nace, inevitablemente, del desconcierto.