Las pachucas eran definidas como: “Vestidas completamente de negro medianoche, con una versión de la falda tubo por encima de la rodilla, juraron grandiosamente continuar la batalla contra militares y policía ‘hasta que alguno de los bandos sea aniquilado’”.
Así describía The Washington Daily News, en su edición del 11 de junio de 1943, a las mujeres que, supuestamente armadas con hojillas de afeitar en sus peinados, habían participado con fiereza en la conocida como noche del Zoot Suit Riots.
Estamos hablando de Los Ángeles, de 1943 y de las pachucas. También llamadas “cholitas” o “chicas pulidas”, eran las mujeres que acompañaban a los pachucos, jóvenes mexicano-estadounidenses cuya seña de identidad más visible era su vestimenta, el zoot suit.
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La lucha de las Pachucas
En una época en la que ser descendiente de mexicanos y de clase trabajadora en Estados Unidos significaba vivir bajo una discriminación aun peor de que la todavía existe, las pachucas tuvieron que enfrentarse a una discriminación adicional por ser mujeres.
Lejos de someterse, crearon su propia identidad como mujeres mexicanoestadounidenses. Vestían los mismos trajes que los hombres, una actitud que por sí sola representaba una rebelión contra las normas sociales. Participaban en las mismas actividades que los hombres, en las esquinas de las calles y en los bailes, y reclamaban el derecho a realizar los mismos trabajos que ellos.
Tuvieron incluso un papel activo en los disturbios que, durante la década de los 40, enfrentaron a jóvenes mexicanoestadounidense y anglosajones en las zonas urbanas de California. Los Zoot Suit Riots fueron, probablemente, el punto más álgido de esos enfrentamientos y dieron a conocer a las pachucas en todo el país.
Las pachucas fueron muy controversiales tanto para la comunidad mexicana como para la anglosajona. Estuvieran vestidas con ajustadas faldas tubo o pantalones bombachos, su estilo contrariaba los cánones ideales de la feminidad para ambas culturas. Pero fue su actitud, desafiante ante las normas discriminatorias y constrictivas, la que debería asegurarles un lugar en la historia del feminismo.
