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Gracias al feminismo 

Jhuatxel nos habla sobre lo que le ha dado el feminismo

Descubrir el feminismo me dio las herramientas para definirme y definir las relaciones a partir de mi propia perspectiva.

Ser mujer y crecer en Latinoamérica es una tarea difícil, ya que a pesar de que la imagen de la mujer es muy power, ellas mismas suelen ser muy machistas. Además, el machismo está impregnado en nuestro día a día; música, películas, teleseries, relaciones, familia.

Lo que nos enseñó a las mujeres que nuestra vida estaba irremediablemente marcada por el sufrimiento. En algunos países el machismo se ve mucho más marcado que en otros, pero en general es un mal que todavía está muy arraigado en las raíces de nuestro territorio. 

Las mujeres de mi familia son muy power y por eso no es raro que yo me haya sentido atraído por estos temas, ya que de alguna manera y dentro de sus conocimientos ellas también aportaron a mi formación feminista.

Pero, por cosas del destino (Diáspora venezolana) me tocó mudarme de Venezuela a Chile. Y fue aquí donde comencé a tener un roce mucho más profundo con el feminismo. Empecé a cuestionarme muchas cosas y a tener conversaciones con amigas sobre temas importantes, que para mi definieron un antes y un después en mi vida. 

El feminismo me ayudó

Descubrir el feminismo me dio las herramientas para definirme y definir las relaciones a partir de mi propia perspectiva. Me mostró que no tenía que encajar con todos, que mi manera de ver las cosas también es válida y que existe otro modo de relacionarnos desde un espacio de respeto a la libertad del otro.

Me ayudó a identificar los patrones familiares que se repiten de generación en generación, y que por eso la gente piensa que son normales. Me dio la valentía y el coraje para romper con lo establecido desde el amor hacia mi misma. Poniéndome siempre de primero en todo momento sin sentir culpa por eso. 

El feminismo me ayudó a reconocer dentro de mí uno de los estigmas que como mujeres, llevamos a muchas de nuestras relaciones. Me enseñó que no es mi responsabilidad salvar a nadie, que cada persona es responsable de su crecimiento personal y que yo no tengo la obligación de “arreglarlos”.

Solo tengo la obligación de arreglarme a mi misma para poder relacionarse desde un espacio sano con el otro. 

Cuando me hago consciente de que no tengo que arreglar a nadie, automáticamente se descartan ciertas personas de tu vida. Y la perspectiva con la que abordas las relaciones cambia. Se empiezan a dibujar mucho mejor tus límites y los no negociables, tanto con amigos, familiares o parejas. Cuando esto pasa mucha gente se aleja o te cuestiona, y ahí es cuando te das cuenta que estas en el camino correcto. 

Marcar límites es destruir una estructura que ya estaba construida desde hace mucho tiempo y crear una nueva. Obvio que duele, pero con ese dolor viene un aprendizaje muy grande sobre el autocuidado y el amor propio.


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Y esto no tiene que ver con ponerse cremita y darse un baño de tina, que obviamente es hermoso y forma parte. Esto tiene que ver con el cuidado de tus emociones, con cómo permites que la otra persona te trate. Obviamente si no tengo mis límites bien marcados, el otro puede hacer conmigo lo que quiera. 

Si no fuera por el feminismo y mis amigas, me hubiese quedado en una relación tóxica por mucho tiempo que me hubiese desgastado el cuerpo y el alma. Bendito feminismo, me mostró como no hacen falta los golpes para que sea maltrato.

Me enseñó que el maltrato no siempre es un lobo feroz, que también se disfraza de cordero y cuando menos lo esperabas te ataca por la espalda. 

Siento que le debo tanto al feminismo, que yo sería otra persona si no lo hubiese conocido. Por eso, en el camino de mi vida tenía que pasar por Chile, para poder abrir mi mente y reconocer lo increíble que somos como mujeres. No es secreto para nadie que en Latinoamérica, Argentina y Chile son los países que la llevan con el feminismo, donde se mueven grandes cantidades de mujeres de todas las edades para manifestarse.

Donde por fin dejaron de quedarse calladas, donde transformaron el miedo en valentía para enfrentar a los que nos hacen daño. 

Un día me desperté y dije: “Me siento orgullosa de vivir en el país donde se creó Las Tesis” Donde he creado vínculos con personas que están en la misma búsqueda, otras que llevan más tiempo, otras apenas comenzando.

Donde entre todas nos ayudamos desmintiendo mitos del amor romántico, dándonos una perspectiva diferente de las cosas y sobre todo respetándonos y apoyándonos porque aprendimos que unidas somos demasiado fuertes.


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