Lisboa

Siempre nos quedará Lisboa

Una ciudad a la que siempre quieres volver

Lisboa y sus miradores. Opte por otro viaje en solitario con el propósito principal: conocer mis límites y superarlos junto a nuevas experiencias.

Volví a Lisboa porque sentía que necesitaba recorrer una vez más todas aquellas calles estrechas y cuesta arriba con una misión específica: ir a la búsqueda de la famosa luz que cubre la ciudad en cada su rincón y sobre todo durante su atardeceres. ¡Y qué mejor forma que hacerlo desde sus maravillosos miradores!

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El primer mirador que incluí en esta lista es el  de San Pedro de Alcántara, situado estratégicamente en Barrio Alto y desde donde se puede saborear unas fantásticas vistas sobre el Castelo de Saô Jorge, la catedral de Sé y todo el centro histórico. Para facilitar el camino hay también un tranvía llamado Ascensor de Gloria.

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Con cámara fotográfica en mano y escuchando mi música favorita seguí con el paseo por Barrio Alto.  De camino al segundo mirador que se encuentra en el mismo Barrio Alto, estaba el de Santa Catarina. También alcanzable desde la Rua de S. Paulo gracias al famoso Ascensor da Bica.

Nada más  llegar, notas que el ambiente vivido aquí es menos turístico que en cualquier otro lugar porque te das cuenta que es un rincón adornado por un ambiente juvenil y autóctono. Un lugar desde luego idóneo para mirar las puestas de sol durante la hora del aperitivo.

Además, gracias a sus vistas sobre el río Tejo y el Puente 25 de abril, tienes la sensación  que hubieses viajado a otra ciudad, porque tu imaginación de repente te hace sentir como si estuvieses en San Francisco, así que la experiencia vivida puede ser ¡El doble emocionante!


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Tras haber explorado el Barrio Alto decidí que era hora de ir a la búsqueda de más miradores así que mi nueva zona  de descubrimientos iba ser Alfama junto a Mouraria.

Gracias a los consejos de un guía turístico descubrí que en el barrio de Alfama, famoso por su laberinto de callejones y escaleritas, hay un par de ascensores (elevador do Castelo o/y elevador de Baixa) escondidos estratégicamente dentro de supermercados o fincas, que hacen el camino sea más liviano y se pueda aprovechar las vistas ofrecidas.

Una vez alcanzado el castillo de San Jorge los puntos emblemáticos para saborear las vistas son  varios. Personalmente el que más me gusta es el mirador de Santa Lucía que junto a los azulejos descorchados sobre paredes blancas y de fondo el río Tajo permite una vista rodeadas de casitas coloreadas y edificios históricos, incluyendo las características torres de la Iglesia de San Miguel y la de San Esteban junto a la cúpula de Santa Engracia.

No por nada es uno de los rincones preferidos por los pintores y por los enamorados porque reúne un poco lo que es la esencia de Lisboa: romántico, coqueto y decadente.

Otro mirador que podemos encontrar a menos de 5 minutos desde Santa Lucía es  “Das Portas dos Sol” donde destaca la vista sobre el monasterio São Vicente De Fora.

Tras una rápida visita a la Sé Catedral de Lisboa seguí con el camino hacia uno de los miradores más altos e impresionantes de la ciudad conocido también como el Mirador da Senhora do Monte.

Para los amantes de la fotografía y los aficionados como yo, alcanzar la puesta de sol y poderlo ver con tus propios ojos es pura magia.

Cierto es que aquella persona que una vez exclamó

Quem não viu Lisboa, não viu coisa boa

supo exactamente de qué estaba hablando, porque Lisboa es una ciudad que te atrapa y a la que querrás volver siempre , porque tendrás  “saudades” de ella.


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