Barcelona es una ciudad donde se practica surf en todos los niveles.
En la Barceloneta o en playas aledañas no es raro ver a gente con sus tablas en cualquier época del año.
Y aunque me gustaría que habláramos sobre la historia del surf o las mujeres más famosas de este deporte…este no es un artículo sobre surf, este es un artículo que nos hace reflexionar sobre aquellas limitaciones que la sociedad -o nosotras mismas- nos imponemos.
Hace algún tiempo, cuando todavía podíamos salir de casa y reunirnos con nuestros amigos tranquilamente, estábamos sentadas en la típica tertulia mañanera donde hablamos mal de gobierno e intentamos cambiar el mundo.
En medio de esta tertulia una amiga nos dice «quiero hacer unas clases de surf, pero no sé si es para gente de mi edad».
Pensé «Carajo, pero sí tienes la misma edad que yo (38)» y de pronto caí: Resulta que somos muy viejas para hacer esas cosas.
El surf no es cualquier deporte, es el deporte de los guaperas por excelencia, nos acostumbramos a verlo en la infancia en series como «Baywatch» o «Pacific Blue» y nuestro héroe (por no decir el marido que todas queríamos) era Kelly Slater. Todas soñamos con alguna vez tener esa melena con reflejos y lanzarnos a «cazar» la ola más cercana.
Pero ahora somos esa nueva «especie», esos viejos de 40 años que vamos a hacer café en las mañanas, que estamos en los grupos de whatsapp del barrio -o del colegio si tenemos hijos- y que ya no usamos cierto calzado por terror a tener dolor de espalda al día siguiente.
Parece que para nosotros lo que queda ahora es ver en las tardes «Saber y ganar» y hacer la caminata nórdica, pero el surf, eso es otro cuento.
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Rebélate a los convencionalismos. Pilla tu tabla y al agua, el surf te espera.
Nos meten en la cabeza que no podemos hacer ciertas cosas, si nos ven haciendo algo para lo que no estamos consideradas capacitadas físicamente nos llaman temerarias, irresponsables y hasta ridículas, pero algo dentro de mi me dice que no podemos rendirnos tan fácil, que si nos provoca pillemos la tabla y nos metamos al agua.
Hace algún tiempo tuve la suerte de ir a hacer paddle surf con un gran amigo en las playas de Barcelona. Yo, que jamás en mi vida he hecho algo parecido, que no nací en California y que rara vez me meto a nadar en la playa había decidido que nadie me diría de lo que soy capaz.
Me levanté temprano, hice mi curso de seguridad junto a gente de 20 años y me lancé al agua.
No me caí ni una vez mientras los veinteañeros a mi alrededor caían como moscas.
No tuve miedo aunque dude, dude todo el tiempo.
Estaba llenas de dudas no solo porque soy insegura, estaba llena de dudas en un 70% porque no encajaba, un 25% porque me sentía vieja y el otro 5% era porque había visto la película «Tiburón» demasiadas veces.
No era surf, no estaba en California y tampoco era Summer Quinn de Baywatch, pero ese día derribe una barrera.
Las limitaciones están en tu cabeza.
Sea que quieres practicar surf, que quieres aprender un nuevo idioma, viajar, renunciar al trabajo, casarte, divorciarte, comenzar una nueva vida, mudarte, etc…no pienses que no puedes hacerlo.
Muchas veces la sociedad nos lanza señales para que pensemos que la vida «y la diversión» tienen fecha de vencimiento. Solo nosotros podemos terminar con este círculo vicioso.
Así que la próxima vez que quieras hacer algo, lánzate al agua, como se lanzan las rubias guapísimas de California a pillar las olas, como la chica de las fotos de este artículo.
Lánzate sin miedo porque si te caes…siempre te podrás subir a la tabla otra vez.
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