Incluso en las épocas más sombrías de la historia para las mujeres, éstas han tenido un poder silencioso. Evidencia de ello es que algunas de las pinturas más universalmente famosas, esas que han mantenido su celebridad durante siglos, atraen multitudes a los museos en los que están expuestas y tienen un aura casi mítica, son cuadros famosos de mujeres. Te mostramos algunos de los más importantes.
El nacimiento de Venus, de Sandro Botticelli
En La nascita di Venere vemos a Venus, diosa romana del amor y la belleza, llegando a la isla de Chipre arrastrada por los suaves vientos del dios Céfiro. Llega sobre una concha, pues la diosa ha nacido de la espuma del mar. Se cree que Botticelli pintó este cuadro entre 1482 y 1485 a petición de Lorenzo Pierfrancesco de Médicis. El clan Médicis fue, en efecto, uno de los mecenas más importantes del Renacimiento. El lienzo mide aproximadamente 1,80 metros de alto y 2,75 metros de largo. Está expuesto en Le Gallerie degli Uffizi en Florencia, Italia.
Retratro de Lisa Gherardini (Mona Lisa), de Leonardo da Vinci
Se cree que la protagonista de la pintura más famosa de da Vinci –y probablemente el más famoso de los cuadros famosos de mujeres- es Lisa Gherardini, esposa de un comerciante de telas florentino llamado Francesco del Giocondo. Da Vinci comenzó la pintura alrededor de 1503 y, por razones desconocidas, en vez de dársela a quien la había encargado una vez terminada, decidió llevársela a Francia. Actualmente está expuesta en el Museo del Louvre.
Retrato de Adele Bloch-Bauer, de Gustav Klimt
Klimt recibió el encargo de pintar a Adele Bloch-Bauer de su marido, el banquero austriaco Ferdinand Bloch-Bauer. Le tomó cuatro años completarlo. Tras la invasión Nazi de Austria, la familia Bloch-Bauer, judía, abandonó el país dejando gran parte de su patrimonio, incluido el cuadro, que fue robado por los Nazis en 1941. Permaneció en la Galería Belvedere, en Viena, hasta que los herederos de Bloch-Bauer lo recuperaron y vendieron a la Neue Galerie, en Nueva York.
Autorretrato con collar de espinas, de Frida Kahlo
Las pinturas de Frida Kahlo han sido objeto de innumerables y muy variadas interpretaciones. Este autorretrato no es la excepción. Fue pintado en 1940 y pertenece a la colección del Harry Ransom Center de la Universidad de Texas en Austin. La mayoría de las interpretaciones señalan que todos los elementos que rodean a la autora simbolizan el dolor emocional por el fin de su romance con el fotógrafo húngaro Nickolas Muray y el divorcio de Diego Rivera.
