El verano es el reinado de las sandalias, las flip-flops y la ausencia de calcetines. Este tipo de calzado va de maravilla con nuestros amados vestidos y mantiene nuestros pies bien ventilados. Pero mantener el estilo y la frescura tiene un precio añadido. Así, después de un paseo, no aguantamos los pies. Empezamos a cubrir dedos y talones con apósitos de modelos varios. Y es que, con el calzado de verano, nuestros pies ya no tienen tanto soporte y están expuestos a los elementos. Como consecuencia, hacen su aparición -o empeoran- algunas dolencias. Es por eso que los dolores con el calzado de verano son tan comunes. Pero también se pueden evitar.
Dolores con el calzado de verano
Una de las dolencias más frecuentes en verano es la fascitis plantar. Si sientes un dolor agudo en el talón en el arco -la zona arqueada de la planta del pie- probablemente estés sufriendo de fascitis. La provocan pequeños desgarros en la fascia plantar, la banda gruesa de tejido que sostiene el arco.
Otra dolencia común es la tendinitis de Aquiles, una inflamación en el tendón de Aquiles, justo detrás del tobillo. Quienes tienen hallux valgus, los llamados «juanetes», también sufren en verano. Esta deformidad, que se muestra como una protuberancia en la base de un dedo gordo desalineado, es muy dolorosa cuando se inflama. Por su parte, las personas con arcos caídos suelen resentir bastante el uso de zapatos sin soporte para el arco.
Aliviar unos pies adoloridos
¿El daño ya está hecho? Es el momento del trabajo en equipo. ¡Saber practicar masajes de pies es una habilidad que no recibe el mérito que merece! Eso sí: no podemos hacer suficiente énfasis en «saber», pues un masaje sin técnica puede dejar unos pies en peores condiciones de las que estaban.
Para aprender a dar masaje de pies a tu pareja la mejor fuente es un podólogo certificado. Aprenderás cuál es la temperatura ideal de las manos y las cremas usadas para el masaje, cómo sujetar correctamente el pie y los movimientos y la presión que debes ejercer en cada parte del pie.
Escoger un buen calzado
No hay que renunciar a las sandalias, las bailarinas y otros grandes favoritos del calzado para los meses de calor. Simplemente debemos procurar que los modelos que escogemos tengan algunas características que evitarán que martiricemos nuestros pies.
Empecemos por las bailarinas o manoletinas. Son súper prácticas y muy chic, a lo Audrey Hepburn, pero hay que evitar modelos con la suela muy plana. Es importante que la suela amortigüe la pisada y tenga la elevación correcta en la zona del arco, para darle soporte.
En verano, el uso de las flip flop o chanclas se extiende más allá de la playa. Es comprensible, no hay calzado que mantenga nuestros pies mejor ventilados. Sin embargo, hay que limitar el uso de modelos muy planos y que van sujetos al pie sólo por una delgada tira. Con estos no debemos caminar grandes distancias, mucho menos correr o conducir. Todo esto se puede aplicar también a las sandalias, con atención adicional al tacón: si es alto, mejor tipo cuña o plataforma, pues dará un poco más de estabilidad al pie.
Afortunadamente, en el mercado hay muchas marcas que ofrecen flip flops y sandalias preciosas que, además, cuidan la ortopedia, con suelas gruesas y sujeción alrededor del tobillo.
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