Aquel otoño de 1962 se corrió la voz de que Val Surf, una tienda familiar del Valley Village de Los Ángeles conocida entre los surfistas, estaba fabricando y vendiendo skateboards. El skating era entonces una contracultura, una comunidad incipiente en la que solo había dos formas de conseguir una tabla: haciéndola o comprándola a alguien que la había hecho, probablemente en el parking de su casa y ensamblando piezas de aquí y de allá. Val Surf se convirtió en un centro de peregrinaje y contribuyó a expandir el skate por todo Estados Unidos.
De la subcultura skate al streetwear
Con la popularidad del skate vino la popularidad de los skaters y todo lo que los rodeaba. Cuando John «Hut» Hutson, Tony Alva, Rodney Mullen o Patti McGee hacían un heelflip o un ollie, siempre había una multitud mirando. No miraban solo lo que hacían, sino también lo que llevaban puesto. Muy pronto las zapatillas para skate pasaron a ser objeto de deseo más allá del mundo skate.
Para la década de los 90, el estilo de vestir skate ya era mainstream. Su popularidad puede haber fluctuado, pero nunca ha desaparecido y en los últimos años se ha mantenido al alza. Es un look inconfundible en el que la ropa es suelta, cómoda, funcional. Los pantalones cargo, largos o hasta las rodillas. Las camisetas o sudaderas, extra grandes. Son las señas de identidad clásicas del skater, detrás de las que están marcas icónicas como Vans, Thrasher, Emerica y Undefeated.
Hace unos años, sin embargo, el estilo skate irrumpió en el mundo de la ropa de lujo y la alta costura. En la memoria colectiva ha quedado el desfile de Dior Homme de otoño 2016, para el que Kris Van Assche ideó un escenario marcado por luces de neón que parecían imitar las estructuras de concreto de un skate park. En la ropa, un traje entallado bajo un pantalón cargo. Gucci y Louis Vuitton también se han dejado seducir por la estética del monopatín.
Mucho más que unas zapatillas guapas
En el skating, el calzado es un elemento casi tan importante como la propia tabla. Aunque a simple vista no se note, hay diferencias importantes entre las zapatillas para skate y todas las demás.
Para empezar, las suelas, que en las zapatillas de skate son planas, con mucho agarre, flexibilidad y, sobre todo, lo suficientemente delgadas para poder sentir la tabla. La suela tipo cup sole es muy popular, pues la forma en la que rodea la parte superior del zapato protege los sufridos talones y tobillos de la skater.
Es una característica fácilmente reconocible en modelos tan populares como las Numeric 306 y Numeric 272 ORB de New Balance; las colaboraciones de DC con Carrots y Pop Trading; y las AB VMoo2 de Last Resort, la marca del skater sueco Pontus Alv, el fundador de Polar Skate Co.
Y hay otra característica de las zapatillas para skate de la que somos muy fans: son unisex. Rayssa Leal y Leticia Bufoni pisan la tabla con los mismos modelos que Kelvin Hoefler y Nyjah Huston. Y con el mismo virtuosismo.